¿Puede haber algo más compatible que el verano y la dieta mediterránea? Y es que esta época del año es ideal para mantener una alimentación saludable… ¡y deliciosa! Por eso, como nos gusta cuidarte, en este post te descubrimos las claves para cumplirla en verano. ¡Apunta!
Las tres claves de la dieta mediterránea
Para llevar una dieta mediterránea, primero, es necesario entender que esta no solo es lo que comemos sino también cómo lo hacemos. Esta consiste en una combinación entre productos de temporada, de origen vegetal y una gran tradición en la forma de cocinar los alimentos.
Además, al tratarse de una de las más completas y saludables, con ella obtenemos amplios beneficios para nuestra salud. Por ejemplo, nos ayuda a evitar el envejecimiento prematuro de nuestras células y a reducir el riesgo de sufrir enfermedades asociadas a la edad.
Del mismo modo, previene la obesidad y, con ella, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, pues al tratarse de una alimentación rica en hidratos de carbono y aceite de oliva, a nuestro cuerpo le es más fácil regular los niveles de glucosa en sangre.
Alimentos mediterráneos más veraniegos
Un componente imprescindible de nuestra dieta mediterránea es, sin duda, la fruta. Una de las grandes ventajas del verano es que podemos disfrutar de una amplia variedad de productos de temporada. En esta época podemos encontrarla de todo tipo y para todos los gustos, lo que nos permitirá variar cada día y disfrutar de las múltiples opciones de las que disponemos en verano.
La sandía, el melón, el melocotón, los higos… todos ellos son sinónimos de hidratación y explosión de nutrientes, pues nos aportan la fibra, las vitaminas, los minerales y los antioxidantes necesarios para nuestro organismo.
Productos de origen vegetal
El clima mediterráneo permite que en nuestra huerta se cultive un gran surtido de verduras y hortalizas que son fundamentales para nuestra alimentación.
Entre la diversidad de productos vegetales se encuentra nuestro gran aliado: el tomate. Además, a final de agosto es su óptima temporada de recolección y aprovechamos para elaborar nuestros productos y así poder disfrutar de su gran calidad y sabor durante todo el año.
Este ingrediente es básico en la cocina tradicional mediterránea, pues se emplea en la preparación de cualquier sofrito y es imprescindible en las ensaladas. Por lo que su consumo es prácticamente diario.
Forma de cocinar
Aunque parezca obvio, es importante recordar que la técnica culinaria que empleamos para cocinar los alimentos definirá cuan saludable será nuestra receta. Por ello, una de las características fundamentales de nuestra dieta mediterránea es que prácticamente todo se cocina con aceite de oliva.
En verano, algunas de las prácticas más recurrentes, sanas y fáciles son:
– Al horno: los productos se cocinan a bajas temperaturas y poco a poco, lo que ayuda a que la humedad natural que contienen se evapore.
– Al vapor: es una forma muy sencilla de mantener intactos los nutrientes, textura y forma de los alimentos.
– A la plancha: permite conservar todas las propiedades de las comidas y es una de las formas más sencillas de cocinado.
– Estofado: es habitualmente empleado en la preparación de la carne. Consiste en cocinar a fuego lento en el horno con un poco de agua o caldo, lo que ayuda a suavizar su textura y potenciar su sabor.
¿Eras de los que pensaba que la dieta mediterránea era solo un grupo de alimentos? ¡Ahora ya lo sabes! Aprovecha el verano para empezar a disfrutar de una de las dietas más saludables y exquisitas del mundo.