Nos movemos en una época en la que todo pasa muy deprisa. Vivimos cada día con el tiempo justo, a los días le faltan horas para llevar a cabo todas nuestras tareas, y esta vorágine tiene su trascendencia en nuestra salud. Entre las cosas a las que solemos renunciar, por esencial que sea, es nuestra alimentación. Consumimos comida rápida o fast food y precocinada para salir del paso, aunque la mayoría de las veces sea la peor opción.
Precisamente, para evitar este tipo de situaciones cuyo objetivo es reducir al máximo el tiempo destinado a “comer bueno y bien”, nace el concepto slow food. Alimentarse conforme a esta teoría supone comer poniendo en valor la calidad. Se trata de un término que apuesta por ingredientes teniendo en cuenta el origen de las materias primas y su forma de cocinarlos.
Pero ¿conoces todas las diferencias entre ambas? Probablemente no. Por eso, desde el blog de conservas de vegetales de Hida Alimentación, os vamos a dejar algunas de las principales diferencias entre ellas.
Qué es fast food
Fast food, comida rápida e industrial, es característica de comercios que ofrecen rapidez de servicio, horarios amplios, precios baratos, y ambientes creados especialmente para estancias de consumo breves. Y es que, aunque este tipo de consumo tenga una fama nutricional un tanto dudosa, todos en algún momento hemos caído en la tentación de consumirla.
La abundancia de este tipo de productos y su incorporación en la dieta habitual los ha llevado a ocupar el lugar de otros alimentos básicos y más saludables. Esta transformación ha supuesto un fuerte cambio en los hábitos de consumo, muy visible en las estadísticas en cuanto a enfermedades cardiovasculares, incremento de peso, problemas digestivos, etc.
Algunos de estos platos serían las hamburguesas, salchichas, pizzas, patatas fritas, la bollería industrial, así como las salsas tipo mayonesa, kétchup o la mostaza. Pero realmente estos productos no son malos en sí, sino que debemos evitar su consumo desmesurado por todo lo que nos aportan:
- Reducido o inexistente aporte de fibra y vitaminas
- Elevado y excesivo aporte calórico
- Gran cantidad de azúcares simples, grasas saturadas y proteínas de origen animal
- Aditivos y sustancias químicas como conservantes, colorantes y potenciadores del sabor
Qué es slow food
Slow food se opone a ese ritmo de vida acelerado y estresante que no deja dedicar tiempo a disfrutar de lo auténticamente casero. La comida lenta no es solo un concepto opuesto a la comida rápida sino un estilo de consumo sostenible y de calidad. Se trata de un movimiento que promueve el consumo de productos naturales, con recetas locales, evitando las prisas y disfrutando de sabores reales.
No hace falta renunciar a tus platos favoritos, si quieres disfrutar de una pizza, haz tú la masa y utiliza ingredientes naturales; si te apetece una lasaña, cocínala con ingredientes caseros y con tu propia bechamel de Tomate frito. Y te preguntarás, ¿cómo voy a invertir tiempo que no tengo en la cocina? Se trata de hábitos, de apostar por saber qué comemos, cocinándolos nosotros mismos y consumiendo productos frescos.
Fast food vs slow food
Una está basada en la rapidez y cuyo objetivo es llegar no importa cómo, el polo extremo apuesta por la alimentación lenta y casera. La diferencia entre fast food y slow food es notable, ya que no solo enfrenta dos formas de alimentación sino también dos formas de vivir.
La principal diferencia entre la comida rápida y la comida lenta es la calidad de los ingredientes con los que se preparan. En la peor opción, nunca sabemos exactamente de dónde provienen, además de estar aderezados con gran cantidad de azúcares. También cuentan con un sabor adictivo e irreal.
Queda claro que son dos estilos contrarios de alimentación, pero, como en todos los opuestos, hay una infinidad de posibilidades. ¿Con cuál te identificas tú? Nosotros optamos por una alimentación sana y saludable, con ingredientes naturales, frescos y caseros, como nuestro adorado Tomate frito.