Todos sabemos que no es lo mismo una pieza de fruta que una de bollería. No es necesario consultar a ningún experto para saber cuál de las dos debemos consumir todos los días y cuál debe tomarse de manera ocasional. Hasta ahí bien, pero hay veces que no sabemos identificar adecuadamente qué alimentos o productos son buenos y cuáles menos buenos.
Dentro de los menos buenos, entran los alimentos procesados que se tratan de aquellos que han recibido algún tipo de transformación o procesamiento industrial. Entre ellos están, las ensaladas de bolsa, el embutido, las conservas… En cambio, en una posición diferente se encuentran los alimentos ultraprocesados, sí, aquellos de los que tanto hemos escuchado hablar.
Pero, ¿sabemos distinguirlos? ¿Conocemos exactamente qué tipo de productos son? Desde el blog de conservas vegetales de Hida Alimentación hemos recogido algunas de sus características y factores por los que no debemos consumirlos, ¿queréis conocerlos?
Cómo distinguirlos
Los alimentos ultraprocesados son fáciles de distinguir tanto por su apariencia, si su aspecto no se asemeja al alimento de origen, como por sus componentes, si exponen muchos ingredientes. Es decir, el hecho de que un producto tenga muchos ingredientes puede ser un indicativo de que nos encontramos ante un ultraprocesado.
Además, podemos reconocerlos si en su etiquetado frecuentan las materias primas refinadas como la harina, azúcar, aceites vegetales, sal; las grasas de mala calidad nutricional como son las hidrogenadas, trans, de palma; y aditivos como los conservantes, colorantes, edulcorantes y emulsionantes.
Aunque si no eres de mirar mucho las etiquetas, entre los productos ultraprocesados más conocidos están: los refrescos azucarados, productos precocinados, pizzas, nuggets, galletas y cereales refinados, carnes procesadas, lácteos azucarados, postres, dulces, barritas energéticas, bollería etc
Favorecen la obesidad
Nos asustan los datos de obesidad de los últimos años, especialmente por la velocidad en que van aumentando, y sí, entre los causantes se encuentran los productos ultraprocesados.
Y es que cuando vamos con prisa o no nos da tiempo a cocinar, buscamos consumir comida rápida y que no nos reste tiempo. Con los cambios en el ritmo y estilo de vida, aumenta la aparición de productos rápidos y fáciles al alcance de cualquiera y en cualquier momento. Esta es una de las razones por las que la comida ultraprocesada ayuda a aumentar los problemas de obesidad de este país, y ya no solo en adultos, sino también en niños y jóvenes.
Aunque no todos los alimentos procesados son perjudiciales. Hay alimentos procesados que tienen propiedades saludables, como la verdura congelada, las pastas integrales, o los alimentos que contienen aceite de oliva como el Tomate frito. Una de las grasas “buenas” más recomendadas por sus beneficios es el aceite de oliva, además es uno de los más habituales en nuestro entorno.
No son suficientemente nutritivos
Este tipo de alimentos suelen ser altamente calóricos, pero con un escaso valor nutricional, grandes cantidades de sal, azúcar y grasa, y muy pocos elementos nutritivos.
Pero, como todo, si se consumen en pequeñas cantidades y junto con alimentos saludables de calorías, los ultraprocesados no deberían suponer un riesgo para la salud, por mucho que no sean saludables. El error está en convertirlos en la base de nuestra dieta diaria, quitando posiciones a los alimentos frescos y naturales.
¿Crean adicción?
Seguro que alguna vez os habéis preguntado si hay productos que son adictivos. La respuesta es sí. Algunos ultraprocesados están hechos para que su consumo sea el máximo posible. ¿Cómo lo hacen? Incorporándoles características organolépticas de origen industrial que estimulan intensamente el apetito y hacen que nuestras ganas de consumirlo sea mayor. Además, este tipo de alimentos abundan en nuestro entorno y de forma muy accesible, provocando que los compremos. Cuantos más ultraprocesados consumimos, más comida real y de calidad perdemos de nuestra dieta.